De la pasión de Cristo al dolor en Gaza: violencia, responsabilidad y civilización
Reflexión psicoanalítica sobre la culpa, la violencia y la identidad colectiva, que une la simbología cristiana con el drama palestino actual.

Cuando, a las tres de la tarde del viernes, Jesús suspira y entrega su espíritu a Dios, pasamos a preguntarnos: «¿Qué hemos hecho?». Para un distraído, no debe de ser más que una culpa que añadir a la colección. Nosotros, los freudianos, sin embargo, entendemos dicha pregunta como el origen de la civilización.
Es una cuestión de geolocalización, si es que me entiende.
¿Dónde estamos, exactamente, después de haber asesinado al Creador? Si nos contamos entre quienes se hacen a sí mismos esa pregunta, al igual que en el mito del parricidio, miel sobre hojuelas. Algo así tiene el potencial de desembrutecernos. Pero si nos encontramos más allá de la frontera de la responsabilidad, estamos perdidos.
Es en este último lugar donde el individuo vibra con un Jesús que «azota» a los ladrones, sin percatarse de que él mismo es el ladrón mencionado en las Escrituras. Vibra con el ultraje a los líderes fariseos, sin percatarse de que el Maestro lo ultraja a él en el instante de la lectura.
Escribí sobre este fenómeno en un capítulo titulado «narcisismo de las pequeñas diferencias» (es un concepto psicoanalítico). En resumen, el odio es todavía más talentoso que el amor cuando se trata de unir a los seres humanos, formar ejércitos, iglesias y grupos ultra.
Quien abre una biblia impresa en los años setenta u ochenta —traducida por João Ferreira de Almeida, de interior rosado, con un índice digital en el canto— encuentra Palestina en la sección de mapas.
Es decir, hasta «ayer», nadie tenía duda alguna de que el Jesús al que matamos era palestino. ¿Qué nos hizo cambiar de bando, aparte del dinero?
La filosofía de René Girard coincide con la práctica cristiana en la formación de una religión a partir de la violencia, del mismo modo que esa misma violencia genera la humanidad civilizada para los freudianos. Pero este autor resulta particularmente provocador cuando el muerto es Jesús. Desde que matamos a un inocente, la rueda de la violencia gira en el vacío.
Si la Pascua renueva en los cristianos la esperanza de la resurrección, ojalá pudiera renovar también en todos nosotros la garantía de que, al menos una vez al año, nos preguntamos: «¿Qué hemos hecho?».
Imagen de la pasión
La fotografía de este artículo, tomada por Mohammed Salem de la agencia Reuters y difundida por World Press Photo, fue la ganadora del premio World Press Photo del Año. La imagen retrata a Inas Abu Maamar, una mujer palestina de 36 años, en un momento de profundo dolor mientras abraza el cuerpo de su sobrina Saly, de tan solo 5 años, que perdió la vida en un bombardeo israelí. La escena tuvo lugar en el hospital Nasser, situado en Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el 17 de octubre de 2023.