La fisonomía aterradora del juego de poder

Comprenda cómo el juego político convierte a la gente corriente en rehén de la desinformación y de líderes manipuladores.

La fisonomía del juego de poder es fea, hecha de muecas y gritos salpicados de saliva. La gramática de la comunicación del juego de poder es la mentira, la imposición, el grito, la demencia. La visión del juego de poder es opaca, concentrada en los propios objetivos umbilicales.

Los seres que buscan el poder del control, que buscan con frenesí dirigir a los no pensantes, elevan el tono de voz y distorsionan sus gestos y semblantes —para amedrentar a sus pasivos seguidores, trasladando a palabras y gestos el horror del poder que ambicionan. Se mimetizan como monstruos externamente para hacer juego con lo que habita en el subterráneo de sus no-almas.

La acción deliberada de manipulación lleva a las multitudes al delirio, a la paranoia, llevándolas a activar los resortes de la mutación de hombres y mujeres corrientes en seguidores sordos, ciegos: una masa de maniobra. Muñecos de ventrílocuo, animados a distancia, que replican (con la ilusión de que son propios) las opiniones y los juicios del controlador.

Como consecuencia inmediata, la disonancia cognitiva individual: se justifica lo injustificable. Un impacto secuencial previsible es la disonancia cognitiva colectiva: en poco tiempo, hay millones de personas rehenes de un ecosistema organizado de desinformación.

El choque de realidad puede mitigar, neutralizar o anular. Quién sabe, quizá una secuencia de desvelamiento de la realidad pudiera provocar el desenganche de la locura.

El verdadero líder se sacrifica en nombre de la causa. El manipulador sacrifica la causa en nombre de sus objetivos narcisistas. El líder orienta y empodera a las personas hacia la autonomía. El manipulador sacrifica a cualquiera para salvarse.

Generar olas constantes y consistentes de información y concienciación puede ser posible. Sin embargo, con efectos lentos ante la celeridad de la codicia de los jugadores de poder.

Mientras tanto, solo queda bendecir una fugaz suerte representada por los pensamientos y las acciones erráticos de algunos de los jugadores del Juego de Poder.