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La posición existencial OK/OK constituye uno de los pilares fundamentales de la Análisis Transaccional, ya que describe el modo en que cada individuo puede percibirse en relación al otro, dando origen a estados de confianza, aceptación y equilibrio.
Esta visión no se sostiene solo en un optimismo ingenuo, sino en la idea de que, aunque tengamos fallos y vulnerabilidades, todos somos “OK” en nuestra esencia, capaces de crecer y de establecer vínculos saludables.
Este concepto se basa en la premisa de que podemos reconocer el valor y la dignidad tanto en nosotros mismos como en los demás, independientemente de conductas inadecuadas o limitaciones puntuales.
Así, se sostiene que la forma en que nos vemos a nosotros mismos influye directamente en la colaboración o los conflictos que surgen en las relaciones interpersonales, ya sea en el ámbito familiar, profesional o en comunidades específicas.
Cuando una persona se percibe de forma negativa (No-OK) y también asigna valor negativo al otro (No-OK), el potencial para los desacuerdos aumenta, ya que la base de la confianza está debilitada.
Por eso, ampliar esa conciencia y alcanzar una postura de vida OK/OK fortalece la capacidad para establecer acuerdos, manejar conflictos sin recurrir a la descalificación y mantener diálogos más transparentes.
En términos prácticos, la posición existencial no se reduce a un simple estado de ánimo, sino que refleja una convicción profunda respecto a la propia identidad y al lugar que el otro ocupa en el mundo.
Para Eric Berne, es esencial que cada individuo experimente y busque la afirmación de que “yo soy OK”, lo que implica una aceptación compasiva de sí mismo, sin culparse constantemente por fracasos pasados, pero también sin ignorar su propia responsabilidad sobre lo que puede transformarse.
La Análisis Transaccional busca un camino objetivo para la transformación conductual, partiendo del reconocimiento de que todos tienen un valor intrínseco.
Cuando una persona mantiene la creencia “yo no soy OK, pero tú eres OK”, suele generar patrones de sumisión o excesiva dependencia, que pueden desembocar en relaciones desbalanceadas.
De modo similar, “yo soy OK, pero tú no eres OK” reduce la disposición para la empatía, abriendo paso a juicios rígidos o autoritarios.
Por otro lado, la premisa “yo no soy OK, tú no eres OK” implica el abandono de la esperanza en cualquier potencial constructivo, favoreciendo dinámicas cínicas u hostiles.
La construcción o fortalecimiento de una postura OK/OK generalmente involucra un análisis reflexivo de los mensajes recibidos durante la infancia, de los registros emocionales que componen los Estados del Yo y de los juegos psicológicos en los que a menudo participamos.
La educación tradicional, en ocasiones, refuerza patrones negativos o punitivos que llevan a cada individuo a verse automáticamente como inadecuado.
Es en este punto donde la Análisis Transaccional propone un cambio de paradigma, invitando a los participantes de la terapia o miembros de un grupo de entrenamiento a identificar sus creencias limitantes y a aplicar cuestionamientos racionales sobre las evidencias que sostienen o refutan tales convicciones.
La propuesta de trascender esas impresiones negativas no ignora las adversidades, sino que estimula el desarrollo del Adulto, que evalúa la realidad sin caer en la tentación de juzgarse a sí mismo o al otro solo por los errores.
En este sentido, la posición existencial OK/OK estimula la compasión, la resolución constructiva de conflictos y el fortalecimiento de vínculos basados en la igualdad de valor.
Adoptar una postura OK/OK no significa que los desacuerdos y críticas dejen de existir.
Al contrario, funciona como un marco saludable para la expresión de molestias y divergencias, ya que la intención deja de ser atacar o desvalorizar.
Surgen así posibilidades de diálogos más honestos, donde cada uno reconoce la legitimidad de las reacciones del otro.
En el ámbito profesional, esta perspectiva potencia el trabajo en equipo, minimizando las trampas de los juegos psicológicos y promoviendo una mayor colaboración y reducción de defensas que suelen perjudicar los procesos colectivos.
La aceptación de uno mismo y del otro no elimina la necesidad de abordar errores personales o ajenos: es posible señalar problemas, pero sin perder de vista que todos estamos en una búsqueda de crecimiento y evolución.
Esta postura también es útil en el ámbito educativo, ya que los estudiantes que se sienten reconocidos en su valor fundamental tienden a mostrar mayor disposición al aprendizaje, incluso cuando necesitan recibir críticas o instrucciones correctivas.
Puede afirmarse que la posición existencial OK/OK forma el cimiento de una comunicación verdaderamente asertiva, en la que el mensaje transmitido prescinde de subterfugios y manipulaciones.
Dicha perspectiva cobra especial relevancia en procesos de liderazgo, en la gestión de equipos o en grupos terapéuticos.
Cuando el líder o mediador se comunica desde la convicción de igualdad en el valor, las personas perciben mayor seguridad y acogimiento, lo que fortalece el intercambio constructivo de ideas.
La teoría desarrollada por Eric Berne y expandida por diversos analistas transaccionales contemporáneos indica que volverse consciente de las creencias que adoptamos sobre nuestra propia posición existencial, así como sobre el lugar del otro, puede ser la clave para revitalizar relaciones estancadas y romper ciclos viciosos de conflicto.
Descubrir que ser “OK” es un derecho innato ayuda a rescatar la confianza en la capacidad humana de crear intercambios más maduros y, en consecuencia, más satisfactorios.